Marcos Salazar Ríos conoció la Universidad de Piura en 1976, cuando ingresó como estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial. Hoy, con una sonrisa y algo de nostalgia, se despide de su “alma mater”.
Por Lucy Vicente Chamba. 12 diciembre, 2025.
Marcos ha trabajado 43 años en la universidad. Ahora que se jubila, su huella en el desarrollo de la tecnología informática y en sus amigos quedará marcada en la historia de esta casa de estudios, a la que considera su segundo hogar.
“Cuando ingresé a la universidad, la carrera de Ingeniería duraba seis años. Tras cumplir los requisitos, me gradué. Posteriormente, ingresé a trabajar aquí”. Con una gran sonrisa, recuerda que formó parte de la séptima promoción de la Facultad de Ingeniería y expresa su gratitud hacia quienes fueron sus profesores –Miguel Samper, Ramón Mugica, Antonio Mabres, Pablo Pérez, Rafael Estartús, Paolo Azzaroli y Luigi del Re, entre otros–. A todos ellos, les agradece sus enseñanzas y los conocimientos que le transmitieron, y que afianzaron su vocación de ingeniero.
Sus inicios
Marcos Salazar describe que cuando cursaba los últimos años de su carrera, la computación daba sus primeros pasos en el país. En este contexto, se despertó su interés por la programación, que se afianzó con los cursos de Cálculo Numérico y Programación. “Así descubrí mi pasión por la programación, algo que me cautivó”, dice.
Impulsado por su interés de conocer más, cuando estaba en quinto año, comenzó a apoyar al Centro de Cómputo de la UDEP: “En ese entonces, el Centro de Cómputo era centralizado; los docentes, secretarias y estudiantes debían solicitar turnos para utilizar los equipos. Yo había empezado a dominar el lenguaje de programación básica, algo sencillo y potente, lo que me permitió ayudar a quienes lo requerían”, afirma.
Su buena disposición para el trabajo la observó el ingeniero Rafael Estartús, quien además de ser su profesor era su jefe. “Quizá el ingeniero Estartús vio en mí una posibilidad, y me invitó a colaborar con él y a trabajar en los diferentes proyectos de soporte informático que emprendía. Él me conocía y me brindó su confianza”, detalla Salazar.
Trabajo constante y creativo
Marcos afirma que cada proyecto ha sido una oportunidad de aprendizaje, “algunos más titánicos y retadores; pero, ha sido grato participar en iniciativas y mejoras del sistema informático de la universidad, con constancia y creatividad”, acota. Su conocimiento se amplió con el paso por diversas áreas de la universidad como Contabilidad, Pensiones, Admisión, Biblioteca, Almacén y otras.
Destaca, con gratitud, haber sido el creador de uno de los primeros sistemas informáticos de préstamos de libros implementados en la Biblioteca UDEP, herramienta que marcó el paso del registro manual al préstamo digital. Este software fue parte de su investigación para titularse de ingeniero; lo asesoró el ingeniero Estartús.
Calidad profesional y humana
Sus compañeros y amigos, como Juan Gallardo, detallan que Marcos se caracteriza “por su capacidad de aprendizaje y su buena actitud, siempre colaborativa”. Gallardo subraya que lo conoció en el 2009 y que, entonces, Marcos mostró el dominio de múltiples aspectos relacionados con el sistema “Argus”, “especialmente su base de datos, el sistema de idiomas Capsys y otros proyectos vinculados a UDEP. Siempre se mostró dispuesto a colaborar, resolver problemas y brindar soluciones oportunas”.
Por su parte, el doctor Antonio Mabres, quien fue su profesor en la Facultad de Ingeniería, lo recuerda como un buen alumno y un hombre sereno. “Fue el primero o de los primeros que trabajaron con el ingeniero Estartús en el primer Centro de Cómputo de la universidad (…) Es un hombre sólido, todo terreno; siempre contento, sonriente, sin quejarse: lo que se agradece mucho”.
Pilar Periche refiere que Marcos es una persona comprometida y un gran amigo. “Trabajé directamente con él desde que ingresé a UDEP, en diciembre de 1998 hasta finales del año 2006. Era el encargado informático de las planillas de pago, compartimos no sólo tareas sino también aprendizajes, conversaciones sinceras y muchas risas que hicieron más ligero cualquier día difícil”, recuerda.
Agrega que, ante su jubilación, deja un ejemplo de generosidad y compromiso. “Su paciencia y su manera siempre generosa de ayudar a los demás dejan una huella. Creo que se va de la UDEP con la satisfacción de haber dado lo mejor de sí, y nosotros nos quedamos con el ejemplo de un profesional íntegro y una persona excepcional”.
Ahora que se jubila, el ingeniero Marcos Salazar subraya el gran cariño que tiene a esta casa de estudios a la que considera su segundo hogar, su segunda familia. Aquí, afirma, encontró buenos amigos y ha logrado crecer profesional y personalmente.
Se despide con la gratitud y satisfacción de haber cumplido su misión. Espera que en esta nueva etapa pueda disfrutar de mayor tiempo con su esposa Laura, sus hijos Marcos, Oscar, Ana y Álvaro.
Gracias, Marcos, por tu trabajo con vocación de servicio y por el compromiso y amistad que brindaste. La UDEP siempre será tu segundo hogar.













